viernes, 25 de abril de 2014

Y llegó la Bestia


Después de más de tres meses aquí, de conocer a mucha gente y bastantes proyectos sociales de San Cristóbal, decidí moverme unos días a otro estado, en concreto a Oaxaca. Varios motivos me llevaron a eso: que necesitaba aire fresco, que me apetecía salir de la casa comunal donde vivo para ver si así despistaba a la salmonela, que me habían hablado muy bien de varios proyectos y que Sophie, la amiga alemana con la que he compartido grandes momentos acá se marcha de nuevo a su tierra y nos apetecía viajar juntas.

Así que agarramos las mochilas, esas que les sorprenden tanto a la gente de comunidad porque llevamos todo encima como caracolillos, y caminamos nuestros pasos a la ciudad.
Oaxaca
Viajamos en autobuses de 2ª clase porque el dinero no nos da para más. Es curioso cómo está instaurada aquí tan profundamente la cultura del miedo en los viajes. Los autobuses de primera y de segunda son exactamente los mismos (de hecho mucho mejores que mi querido alsa que tantas veces me ha llevado de Bilbao a Badajoz) la diferencia es el precio, que se llevan más del doble de diferencia, y que somos las únicas blancas que viajamos en ellos. Así que la gente abre sus ojotes cuando nos ve subirnos con tanta soltura a ellos.

Camino a Hierve el Agua
Primero conocimos Oaxaca, sus calles, sus colores, sus comidas... una ciudad hermosa, la verdad. Visitamos varios espacios colectivos autogestionados, muy parecidos a los gaztetxes de Euskadi, pueblitos del entorno y Hierve el Agua, un espacio natural increible.

De ahí viajamos a Ixtepec, donde nos esperaba el proyecto de acogida a gente migrante "Hermanos en camino". Gabino y Alejandro me habían hablado de él, dos amigos con los que viajé años atrás a Nicaragua. Gabino estuvo hace poco y contaba su experiencia aquí: http://desdeticuantepe.blogspot.mx/
Le comenté a Sophie y nos entusiasmó la idea.
Ir a ver el albergue donde el conocido padre Alejandro Solalinde ha desafiado a la Iglesia y ha construido poco a poco un lugar donde cuidar por unos días a la gente que viene montada sobre los vagones del tren, nos parecía interesante.

Interesante... se queda corto.
Llegamos muy temprano, nos reciben muchos hombres en la puerta del albergue, algunos se afeitan, otros pasean, otros sólo esperan... Beto nos recibe muy bien, nos da un cuarto donde dejar las cosas y comienza a enseñarnos el albergue. Nos dan alojamiento en la casa para gente voluntaria. Todo marcha muy bien y establezco super rápido relación con varias compañeras voluntarias.
Nos dedicamos a acomodar y revisar la ropa que han traído donada, Monse me comenta que esta tarde llega un tren y la gente vendrá sin nada, hay que prepararlo todo para la gente que viene.
Lo que empezó siendo una tarde tranquila de repente se transformó. El tren debía llegar a las 17h, pero lo asaltaron, mataron a 4 personas e hirieron a otras 6. Nos reunieron a la gente voluntaria para explicarnos la situación y  nos prepararon para lo que íbamos a vivir horas más tarde. Como soy castellano parlante, me piden que les ayude a hacer las entrevistas a la gente que llega. La situación es delicada, llevaban más de 24 horas muchas de ellas subidas en el techo del tren, sin agua, sin comida y con mucho sueño antes de que las asaltaran. Súmale a eso el miedo, la desesperación y la rabia de ser asaltada sólo por buscar una vida mejor.

El tren, la bestia_ Foto de Alberto Donis
A las 5h llega el tren, que nos avisa haciendo sonar su bocina. Nos levantamos, tengo un nudo en el estómago. Pienso una y otra vez lo que nos han comentado "esta gente viene muy asustada, es muy importante cómo les tratemos". Pienso en cómo me gustaría que me recibieran si viniera en su situación y así actúo. Cuando me doy cuenta, ya he hecho 9 entrevistas y no hay nadie más. Éramos 12 personas entrevistando y registrando, más de 100 personas hemos atendido en poco tiempo. No podría volver a contar sus historias, sus miedos, sus miradas... pero sí sus alegrías, sus esperanzas, su fe en tener una vida digna para ellas, para ellos, para sus familias.


El resto de los días que he pasado allá me he llenado de energía. Es impresionante cómo se te pegan sus ganas de vivir, de ser felices, de disfrutar de cada comida, cada mango encontrado en las calles colindantes, de cada partida de ajedrez o fútbol en el albergue, de cada conversación.

Ironías de la vida, igual que mi primera noche allí les vi llegar, mi última noche les vi partir. Con otros compañeros les miramos subirse de nuevo a los lomos de la bestia. Ese amasijo de hierro que les dá mucho frío en las noches, mucho calor en el día, sueño y cansancio... pero que les da esperanza. Nos miramos y esperamos que lleguen bien, que no se caigan, que no les vuelva a asaltar... que se les trate con dignidad.

Beto me escribe a los días y me informa que se han unido a la caravana por la dignidad, exigiendo a la República Mexicana la libertad de tránsito que se comprometió a ofrecer. Ya son más de 1000 personas las que van andando hasta D.F. para exigir que cumpla su parte (más info aquí)

Vuelvo a San Cristóbal con la certeza de que volveré a este lugar, con un poquito de su alegría en mi piel.

1 comentario:

  1. Guau, historias que conmueven y terminan recargándote de energía.
    Nik hemendik ere energia bidaltzen dizut. Zaindu zaitez potxola!

    Estepicursorcillo

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