martes, 18 de marzo de 2014

De la memoria a la esperanza


Hoy es lunes, en casa la semana comienza temprano porque cortaron el agua ayer y estamos unas 15 personas.
La última vez que he ido a comprobar si había vuelto eran las 5h de la mañana. Media hora más tarde oigo que corre de nuevo, así que me dejo recaer de nuevo en la cama.
Hora y media más tarde, Claudia me despierta. Es hora.
Hoy vamos 9 personas juntas al encuentro que organiza el FRAYBA por sus 25 años de trabajo por la lucha de los derechos humanos de las personas indígenas.
Tengo mucha curiosidad.

Después de agarrar un colectivo que nos lleva a la Universidad de la Tierra (ya hablé de ella en esta entrada) llegamos.
Hay personas de 75 organizaciones diferentes del mundo, todas reunidas acá, en las sillas amarillas de delante, de mis lados y atrás mío.
Miro a mi entorno, las compañeras y compañeros vestidas con sus indumentarias tradicionales me transportan a una imagen que he visto mil veces, mi hermana y mi hermano mayor vestidos con trajes regionales extremeños. Sus colores casan, se unen, como si conectaran tradiciones...

Vuelvo a concentrarme, después del ritual maya de inauguración y de los saludos fraternales, comienzan a compartir experiencias.
Las pláticas y plenarias se llevan a cabo en el auditorio principal. Es grande, con buena acústica, con las paredes llenas de cuadros, posters y pinturas a mano de las comunidades de los pueblos originarios. Todo es alegre, cálido.
Este espacio es el que recoge los testimonios.
Varias personas han recorrido muchos kilómetros para venir a contar cómo han violado sus derechos. Se habla de desalojo, despojos, violaciones, asesinatos, secuestros... dan nombres y apellidos de quienes cometen estos actos y aún así no hay justicia para estas personas.
Se expresan con problemas en castellano, pero no les falta fuerza, entereza, rabia, pero rabia digna. Piden que no se olviden sus luchas, sus memorias, sus causas.

Algunas personas llevan años esperando un marido desaparecido, una hermana, una hija, un padre... una y otra vez acuden a los tribunales, pero sus casos son lentos, o les ponen con gente que no habla su idioma. Años... ¿cuántas cosas se hacen en un año? ¿qué leo, qué toco, qué siento? ¿cuántas veces río y lloro en un año?, ¿cuántas veces disfruto con las amigas, salgo, bailo? ¿Cuánto me pierdo en un año?

Carlos Beristain interviene y, tras una charla que me emboba, deja un pensamiento en mi mente: la memoria también tiene que recordar lo vivido, lo ganado, lo sentido. No sólo hay que rescatar el dolor y mostrarlo para que no se vuelva a repetir, también hay que mostrar lo que se salvó, lo que sobrevivió, para tener esperanza.

Vuelvo a casa con la sensación de haber vivido mil historias hoy. Y es que... tal vez al transmitirlas, compartimos pedacitos de cada quien, nos intercambiamos eso que hemos vivido.
Pues acá estoy, compartiendo para quien quiera recibirlo. ;)

4 comentarios:

  1. Qué bonito es leerte Sandri!!Haces mucho bien por allí, pero también por aquí cuando nos cuentas tus vivencias!!
    Qué ganitas de verte!y que al menos "una mijita" de todo esto, nos lo cuentes en persona!!un beso pa mi bellotera mexicana!!

    CATI ;)

    ResponderEliminar
  2. De verdad que me quedo sin palabras... Lo que tu estás viviendo es algo que los demás no llegaremos nunca ni a experimentar un poquito... Eres, como tantos otros "primermundistas" la voz para aquellos que no tienen voz. Mucha fuerza porque a la vez que enriquecedor seguro que también es duro.

    Me encanta eso que dices de contar la historia para que no se repita, porque casi siempre se repite... así es el ser humano. Nos olvidamos de todo con mucha facilidad.

    Mil besos, con que te llegue uno me conformo!

    Gema

    ResponderEliminar
  3. Gracias por seguir compartiendo! Los colectivos, tampoco se cogen? ;)

    Txupito

    ResponderEliminar

Opina!!