lunes, 10 de marzo de 2014

Cada día lleno de dignidad


Hace días que no escribo, no porque no tenga nada que contar, al contrario, más bien es por exceso de estímulos.
Cada día, a cada rato, hay una historia nueva, ya sea en K´inal, con las compañeras de la cooperativa Jolom o en el Junax, donde vivo. A cada instante hay algo que se te agarra al estómago y te hace tener todo tipo de sentimientos. 
A veces son historias bonitas las que recibes y otras no tanto.

Hace días que ando pensando sobre la infancia, las pequeñas, los peques... una compañera y yo asistimos a un foro de reflexión de ONGD sobre la infancia y la adolescencia. Sus problemas y sus realidades.... Si no fuera por el color de las pieles de algunas de las asistentes, parecería que estoy en Bilbao, en una de las reuniones con ISF-MGI.
Sin embargo... llega el momento de poner datos reales sobre la mesa. Podría poner muchos, pero quiero resaltar estos:
  • ·         82.276 pequeñxs de entre 5 y 12 años trabajaban en Chiapas.
  • ·         En San Cristóbal, desde el 2000 hasta ahora ha aumentado un 560% el número de peques en las calles trabajando.
  • ·         En 2011, el 43,3% de niñas de 15 años sufrieron violencia física o sexual por parte de su pareja.
      Hace 15 años sólo se necesitaba una jornada laboral en Chiapas para que una familia tradicional pudiera vivir dignamente. Hoy se necesitan dos jornadas y media. Si ya trabaja la madre y el padre... ¿a quién más le toca?   
      No puedo evitar pensar en Olga y en Emma cada vez que veo a una nena que se me acerca a venderme pulseras echas a mano. Cada tarde que vuelvo a casa y te ofrecen chicles y quieren limpiarte los zapatos.
      Están en edad de reír hasta que te duela la tripa de las agujetas, de soñar, de jugar, de sorprenderse, de mirar lo que pueden hacer con sus propias manos... 
      Cada vez que aceptamos comprar ropas, zapatos, comida... a esas madres y esos padres por muy poco dinero, legitimamos una y otra vez que sus peques tengan que salir a la calle a limpiar cristales, a vender chicles, flores... a no ser peques. Dejemos que tengan cada día lleno de dignidad.



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