lunes, 8 de septiembre de 2014

Guatemaya

Desde que hablé hace meses con Raquel para hacer un viaje juntas, tuve la intención de visitar este país.
Ahora, 5 meses más tarde, sentía una grandísima curiosidad por conocer un poquito de este lugar que traía a tanta gente en la bestia.
Creo que necesitaba ver de dónde partían para entender un poquito más por qué salían de allá.

Guatemala, Guate, Maya.
Sus colores te impregnan, te llenan, te transportan.
Sus parajes, sus tierras, sus ruinas brutales (no tiene precio hacer una ruta en la selva y ver el amanecer desde una pirámide maya de 70 metros de altura) sus lagos enormes...

Sin embargo, viajar dos güeras por Guate implica tener aún los ojos más abiertos de lo que los tengo en México. A veces ser blanca significa tener dinero, tener lana como dicen por acá. Eso aumenta enormemente las posibilidades de que te engañen. Y hay que luchar con eso una y otra vez, decirle a la "banda" que ya te la sabes, que no te chinguen, que un tamal (comida popular super rica) tiene el precio que tiene, que los buses colectivos no pueden costar 25 eurazos, que no necesitas comprar objetos absurdos "por mi seguridad".

En la zona de la selva, más alejada de los sitios turísticos es donde mejor nos sentimos, más cuidadas, más protegidas por la gente, más arropadas. Tratadas más como compañeras curiosas que como dólares andantes.
Viajábamos en colectivos públicos y disfrutamos mucho de las conversaciones con la gente. Ahí sale mi amor por el intercambio cultural de tú a tú (salvando las millones de distancias que puedan haber)

La otra cara de la moneda llega cuando te encuentras en los sitios turísticos como Ciudad de Guate, La Antigua o Atitlán. Esto implica estar en guardia todo el rato, disfrutar de los lugares pero con atención. Te notas como a la defensiva... te miran y te agreden con su obsesión por sacar plata de tí. Ahí es cuando te paras y eres capaz de sentir el miedo de esta gente en tu piel, su represión, su dictadura y genocidio pasados no hace tanto tiempo... y ahí comprendes que agarren la bestia salvaje que les traslada a otro lugar. Esa del hierro frío y ardiendo, esa que te despoja absolutamente de todo y que esperas no te quite lo más esencial de tí.

Guate... qué lugar tan amable y salvaje a la vez. Siento que me ha centrifugado cual lavadora (de esas que hace meses que no uso) sitio que nos ha traído grandes momentos de cariño y ternura, sobre todo en casa de Lorea, de Toño, de Adriana... (mila esker talde!!) Como dice Galeano, qué grande es tener gente querida por el mundo que te abre su casa de par en par para darte cobijo y cariño incondicional.

A toda esa gente, de Guate y del mundo, gracias mil por compartir, por acogernos y por darnos cariño y luz.

Un gustazo!
Y a mi compa de viaje... qué decirte potxola, que ya no camino sola, llevo una parte de tí!!
Maite zaitut!

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